noviembre 05, 2010

Capítulo II. Historia hasta Hammurabí. Por: Gabriela Saldaña.


Lugalzagasi al frente de sus tropas inició la conquista de los valles del Éufrates y del Tigris con lo cual extendió su dominio convirtiéndose los sumerios durante algunos años en dueños de toda Mesopotamia.
Al inicio del tercer milenio a.C. los semitas descendieron por el Éufrates y se establecieron en una zona de Mesopotamia central, a la que denominaron Akkad, gracias a su estructura política se hicieron más fuertes y estaban dirigidos por Sargón de Akkad.
Sargón logró formar el Primer Imperio Semítico ya que era un hábil político y supo llegar a una reconciliación con los vencidos con el fin de constituir un solo estado que abarcaba desde el Mediterráneo hasta el golfo Pérsico y desde los desiertos de Arabia hasta el Tauro, el Líbano y Chipre. Combatió contra las tribus montañesas, y dominó las revueltas producidas en Summer, Elam y Akkad.
Los sumerios soportaron la dominación de los montañeses y fueron desplazando a los Guti gracias a las ciudades de Lagash y sus gobernantes que tras veinte años de lucha derrotaron al último monarca Guti.
Los soberanos de Ur delegaron su autoridad en gobernantes, concediendo cierta libertad a las  viejas ciudades-Estados. Esta fue una etapa prosperidad económica y renacimiento cultural (florecimiento artístico y literario de Gudea; primer código de leyes, construcción de red de caminos y canales).
Hacia 1950 a.C. se produjo una etapa de anarquía general bajo la amenaza de nuevas invasiones: los amorritas de los desiertos de Arabia, que se establecieron en Mesopotamia; y los elamitas que se apoderaron de Ur llevándose sus dioses. Tras 250 años de luchas entre las dinastías semitas rivales, políticamente Summer había desaparecido de la historia.
Los amorritas convirtieron a Babilonia en el centro de su dominio, consolidándose así el nuevo Estado. Los reinos semiindependientes de Larsa e Isin fueron absorbidos por Hammurabi, creador del Imperio Semítico de Babilonia, y que realizó una gran obra política al convertirse en rey de toda Mesopotamia.
A pesar de la caída de la civilización sumeria (alrededor del 2000 a.C.), su cultura no desapareció. Dejaron a sus sucesores la escritura, la técnica de construcciones monumentales, leyes escritas, creencias religiosas, conocimientos prácticos sobre regardíos, fabricación de cerveza, cerámica, entre otras cosas.

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