octubre 02, 2010

La prehistoria egipcia


Dividido en Periodo Antiguo, Medio y Superior. El Antiguo consta del periodo finita, con las primeras dinastías, seguido por el menfita, con las dinastías de la III a la VIII y la capital en Menfis. El Medio incluye el primer periodo tebano, cuya conclusión llega en el Periodo Superior, con la capital en Tebas.


En cuanto a la cultura egipcia, el Río Nilo siempre es el primero protagonista. Los asentamientos egipcios se desarrollaron a las orillas del Nilo y de su delta. Los primeros objetos que encontramos de la prehistoria egipcia, aún antes de la formación del delta del río, son objetos tallados en sílex en forma de hombres y animales, además de vasos de piedras duras para las tumbas. También se majearon las figurillas de marfil y vasos pintados con motivos geométricos. Las decoraciones de estos vasos representan la primera manifestación de pintura en Egipto. Destacan también sus cuchillos predinásticos, con mangos tallados de marfil, uno de los cuales tiene una imagen que podría ser Gilgamés, lo cual demuestra una clara influencia mesopotámica.


El fundador y unificador del país fue el primer faraón, llamado Menes. Su conquista fue violenta, como lo demuestran las imágenes de una famosa paleta, pero se le conoce por regularizar las inundaciones del Nilo, fundar la ciudad de Menfis y popularizar la práctica de la decoración del hogar con tejidos preciosos. Su sepultura se localiza aún en Negadah. Otra tumba famosa, de extrema simpleza, es la de Abidós, para los primeros faraones. Para enterrar a los nobles y la realeza se puede hablar de las mastabas, construcciones simples de forma rectangular con muros de piedra. Se llegaba al difunto por medio de un corredor que se bloqueaba una vez depositado el cadáver.


Las primeras pirámides eran escalonadas, y la más famosa es la del faraón Zoser en Sakará. Gradualmente se desarrollo la superficie continua de las pirámides que más conocemos hoy, como las del valle de Gizeh, de la IV dinastía. Los egipcios estaban obsesionados con la eternidad, y querían dejar restos que toleraran el desgaste del tiempo. Por ello se fabricaron las pirámides con piedra, con técnicas aún no entendidas en su totalidad. Los templos surgieron después de las pirámides; es conocido es en Cheops, pero quedan pocos indicios. En tiempos tebanos se construyó el templo de Karnak; los templos se construían a las afueras de las ciudades y fungían como santuarios espirituales para los iniciados.
Otro templo conocido es el de Luxor, de la dinastía XVIII, del faraón Amenofis III. Se rendía culto al dios Ammon. Los templos de Nubia están tallados en la roca; los principales los mandó a hacer Ramsés III en Abu Simbel. Las fachadas están dominadas por enormes estatuas de él y de su esposa.


Escultura y pintura en Egipto.

De la época histórica conocida como el Egipto protohistórico, relucen las paletas labradas en pizarra, que destacan por la belleza de su silueta. Tienen relieves con motivos florales y de animales, y algunas con escenas de guerra. Del periodo trinita se han perdido muchos indicios, pero se sabe que fue un periodo de incubación artística y se empezaron a decorar las afueras de las tumbas. La pintura en ocasión fue despreciada por su fragilidad, ya que los egipcios siempre buscaron la permanencia. En el periodo menfita se labraban relieves pintados sobre masas planas que fueran duraderas, y destaca esta época por la sensibilidad y calidad artística de sus reproducciones. Alcanzaron un realismo avanzado tanto en la pintura como en la escultura. Las estatuas reales son conocidas por su realismo y su humanidad, como la estatua de Khefrén, en diorita. Casi toda su obra fue en piedra, por la búsqueda de la permanencia, pero también sobreviven unas notables en madera,  como la escultura de un alcalde llamado Kaaper, en madera policromada y con ojos incrustados.


Durante el Imperio Medio llegó una organización feudal al valle de Egipto, por lo cual se sistematizó la producción artística y adquirió cierta tensión y rigidez en sus manifestaciones.  En general el arte perdió vitalidad y armonía y no se compara con las expresiones creativas que tenemos del Imperio Antiguo. Algo que sí destaca es la pintura, que pareció adquirir cierta libertad, tanto en su uso del color, como en sus líneas y sus temas.
La invasión de los hicsos dejó influencias asiáticas en el arte del Imperio Nuevo, que comenzó en la dinastía XVIII. El arte de esta dinastía fue esencialmente religioso y funerario y algo repetitivo, aunque majestuoso. El faraón Amenofis IV decidió construir una ciudad dedicada al dios Atón y la llamó la Ciudad del Horizonte, la cual llenó de bellos palacios, avenidas, jardines y templos, el principal de los cuales le rendía culto a Atón. Este templo es reconocido por los bajorrelieves de sus paredes. La escuela de escultura de Tell-el-Amarna, como se llama ese lugar ahora, creó bellísimas estatuas de las princesas reales, de la cual la más conocida es el busto policromado de Nefertiti, esposa de Amenofis. Actualmente se encuentra en un museo en Berlín. Es famoso por su naturalismo y la belleza de sus líneas. Como la Nefertiti, casi toda la expresión artística de la dinastía XVIII es famosa por su realismo, su sensibilidad a la vida, su vitalidad y su naturalismo extremo en épocas que los europeos seguían en la Edad de Piedra.
Subsecuentes dinastías egipcias fueron influenciadas por culturas extranjeras, como los griegos, que modificaron a gran escala su pintura, al grado de transformar su concepción del arte y del mundo.

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