La prehistoria estudia los hechos anteriores a las fuentes escritas. Para su estudio se divide en edades: Edad de Piedra que a su vez se divide en Paleolítico (inferior (prechelense, chelense y achelense), medio (musetiense) y superior (auriñaciense, solutrense y magdaleniense)), Neolítico, le sigue la Edad de Bronce y la Edad de Hierro. El hombre primitivo sufrió una transición no solo de evolución sino también cultural, particularmente durante el Paleolítico y el Mesolítico.
En el Paleolítico (40000-10000 a.C.), el arte se vio influenciado por las condiciones ambientales y su condición de hombre cazador expresado en pinturas en cuevas y estatuillas femeninas, utilizando diversos materiales y técnicas. España y Francia son los países en donde hay un mayor número de pinturas rupestres.
De camino al Mesolítico (año 10000 a.C.) el hombre se desplaza hacia zonas más cálidas donde se establece en campamentos al aire libre, su principal actividad es la caza pero la recolección adquiere importancia.
Ya en el Neolítico la especie humana se ve obligada a desarrollar una forma de subsistencia diferente donde la agricultura y la ganadería son la base de la producción de alimentos; el sedentarismo, el desarrollo de la tecnología, la posesión de tierra, la división del trabajo y la jerarquía social provocaron una desigualdad económica. Se da la construcción de palafitos (viviendas de madera) y monumentos megalíticos por ejemplo Stone-henge en Inglaterra de uso posiblemente religioso.
Durante la edad de los metales, el hierro se introduce en Europa hacia finales del año 2000 a.C., influyendo en obras de arte como brazaletes, joyas, espadas, entre otras.
Gracias a los hallazgos realizados por geólogos, antropólogos y otros especialistas, es posible reconstruir la prehistoria.
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